
El lugar nos esperaba, pronto el suelo se despegaria de la dura tierra y haría un viaje con destino al amor... Lo miraba, lo miraba cada vez que sus marrones no lo hacían y me llené de dicha, ese hombre que estaba a mi lado, emanaba esencias de chocolate, de frutillas, de cerezas...
Me siento tan plena, tan de aquí, tan auténtica, podré compartir estas suculentas sensaciones con él?...
En unos años mas, cuando el árbol caído vuelva a brotar, quiero que seamos de allá, donde el sol inmenso y reluciente esté pintado de óleo y las nubes sean de algodón, quiero que pertenezcamos al mundo de aquel que nos convertirá en tres, quiero que seamos dibujados en ese mismo paisaje que acabo de describir, de la pequeña mano de nuestro propio hijo....
Si la muerte en vida existiese, eso me acaba de pasar al leerte, siento que morí... no de pena, es como que necesitaba leer algo así para sentir que no fué en vano estar en este cuerpo, compartiendo esta vida contigo.
ResponderEliminarEs precioso lo que escribiste, ver esa posibilidad de un pekeño con ojos verdes y crespos castaños me hace erizar los pelos.
Aún sin palabras, quiero darte la única que no necesita de memoria para salir de mi boca... TE AMO.
RoD